Introducción
"EL PODER DE KINICH"
Todo empezó en el interior del bosque. Era una noche
despejada. No había luna así que solo quedaba la claridad que emanaba de las
estrellas en el firmamento. Pero entonces, entre aquella aparente tranquilidad,
el tiempo comenzó a cambiar. El ambiente se cargó repentinamente de un frío
inusual. Con una humedad pegajosa que se te clavaba en los huesos. Los
animales, advirtiendo de un peligro próximo, revolotearon en todas direcciones
por las tinieblas del bosque. Como alma que llevaba el diablo. Los diferentes
sonidos eran ininteligibles de identificar. Entraron en un estado de caos que
apenas se podía diferencia a qué animal le pertenecía qué sonido.
Después, la tenue luz de las estrellas fue cubierta
por una densa capa de nubes. Dejando el bosque en una oscuridad plena. En ese
preciso instante, se escucharon cinco truenos. Uno cada vez más fuerte que el
anterior. Avisando de su llegada e iluminando el cielo con sus relámpagos. Y en
el sexto, un rayo descendió del cielo atravesando las capas y capas de las
nubes. Como un fulgor furioso que se abría paso entre la tenebrosidad de la
noche. Hiendo directo a las apacibles aguas de un inmenso lago. Escondido justo
en el centro de aquel sin fin de arboleda verde.
Si alguien hubiera sido testigo diría que el objetivo
siempre había sido ese. A pesar de tratarse de un fenómeno natural. Pues una
vez que el rayo chocó contra las aguas, exhaló un rugido ensordecedor.
Totalmente anormal e inexplicable. El impacto formó múltiples ondas. Iluminando
todo a su paso con su resplandeciente destello nacarado. Penetrando en las
aguas profundas del lago hasta llegar a lo más hondo. Hasta llegar al mismísimo
corazón del bosque.
Por un instante se hizo el silencio y todo volvió a
su usual pero inquietante oscuridad. Y segundos después una tormenta descargó
su irá sobre la tierra. Un inesperado diluvio que asombró a todos los aldeanos
del pueblo más cercano que no comprendían que estaba sucediendo. El viento
azotaba con fuerza los árboles y la lluvia se llevaba todo por delante. Los rayos prendían en llamas el paisaje. Era
como si el cielo hubiese enfurecido. A punto de romperse en dos. Pasaron horas
cuando finalmente amainaba su fuerza. Pero no fue hasta que aparecieron los
primeros rayos del sol que todo terminó. El bosque era devuelto a la normalidad
tras la que sería recordada como una de sus peores noches.
… y después apareció ella.
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