Capítulo 2: Parte 1
"BIENVENIDA EMILY"
Arrastrada por mi
tía, llegué a las siete en punto de la tarde a casa de Cristina. Tal como me
había indicado. La casa era tres veces más grande que la nuestra. Situada en
una pequeña colina y rodeada por un gran campo de césped. Había dos caminos;
uno de asfalto sinuoso para los coches. O eso deduje. Y que probablemente
llevaba al aparcamiento del lujoso chalet; y otro arenoso a modo de sendero que
acababa a los pies del porche.
El terreno estaba
rodeado por un muro de piedra. Parecido al que había en mi casa, pero este
mucho más imponente. La gran puerta de rejas blancas, que permitía la entrada, estaba cerrada a cal y canto. Así que toqué al timbre y me situé delante de la
cámara. Esperando una respuesta.- ¿Quién es usted?- Preguntó el interlocutor
con voz de pocos amigos - Eh.. pues yo he quedado con Cristina.- Dije
confundida por esa bienvenida.- Déjala entrar Rosa, es una amiga.- Aunque su
voz era algo más lejana, reconocí a la rubia oxigenada al otro lado.-
Adelante.- Aceptó y la puerta se abrió automáticamente.
Anduve por unos
cinco minutos por el sendero hasta llegar a las escaleras principales. Y antes
de llegar a tocar la puerta, esta se abrió delante de mí.- ¡Hola! ¡Qué puntual
eres!- Me dijo Cristina dándome la bienvenida.- Has sido la primera en llegar.-
Declaró y yo me sentí un poco avergonzada.- Vaya, es mi tía. Tiene una obsesión
con el tiempo.- Expliqué colorada.- No te preocupes. Así es mejor. Te puedo
enseñar un poco todo esto antes de que se llene de gente.- Indicó haciendo
señas con la mano a la casa.
Hoy iba con unos
pitillos blancos y un top azul marino. Por no hablar de los zapatos de tacón de
aguja. También blancos. A juego con los pantalones. Su pelo lo había recogido
en una coleta alta como la primera vez que la vi. Me hizo un pequeño recorrido
por su casa. Primero me enseñó el salón.- Aquí se hará la recepción.- Explicó
cuando abrió la doble puerta corredera. Por supuesto era más grande que todas
las habitaciones juntas de mi nueva casa. Habían varios sofás de tapiz blanco
repartido en forma semicircular mirando a la asombrosa chimenea de marfil. Sobre
ella había un cuadro de familia. Donde Cristina a penas tendría siete años. A
su madre también se le notaba más joven. Quizás por las ropas o por el cambio
de peinado. Mientras, su padre tenía una expresión sería y vestía con traje
negro. A su alrededor se extendía la familia entre tíos y primos. Y en el
centro se hallaba una pareja de avanzada edad. Sus abuelos, seguramente.
También había una majestuosa televisión a la derecha de la chimenea. Lo último en tecnología observé asombrada. Al fondo descubrí fascinada un majestuoso piano. Este estaba de frente a una pared con grandes ventanales por los que podías ver el precioso jardín.- ¿Sabes tocarlo?- Le pregunté.- Que va. Esto es más bien capricho de mi madre.- Respondió sin el más mínimo interés en el instrumento musical y seguimos el recorrido por la casa.
No podía negar que cada habitación era asombrosa; como la biblioteca, la cocina o el gimnasio. Equipados siempre con lo mejor del momento. Hasta que finalmente llegamos a su habitación en el segundo piso.- Y este es mi refugio- Anunció orgullosa. Cuando abrió la puerta lo de "refugió" me pareció una ironía.
También había una majestuosa televisión a la derecha de la chimenea. Lo último en tecnología observé asombrada. Al fondo descubrí fascinada un majestuoso piano. Este estaba de frente a una pared con grandes ventanales por los que podías ver el precioso jardín.- ¿Sabes tocarlo?- Le pregunté.- Que va. Esto es más bien capricho de mi madre.- Respondió sin el más mínimo interés en el instrumento musical y seguimos el recorrido por la casa.
No podía negar que cada habitación era asombrosa; como la biblioteca, la cocina o el gimnasio. Equipados siempre con lo mejor del momento. Hasta que finalmente llegamos a su habitación en el segundo piso.- Y este es mi refugio- Anunció orgullosa. Cuando abrió la puerta lo de "refugió" me pareció una ironía.
Para mí, su
habitación era "mi salón" de la nueva casa. O incluso un poco más
grande. Tenía una gigantesca cama de matrimonio. Su propio baño. Una doble
puerta que llevaba a un vestidor. Un sofá beige a juego con dos sillones del
mismo estilo delante de un televisor. Y como no, un balcón donde podía tomar el
sol en la hamaca que colgaba del techo. Las paredes eran verde lima y hacían
resaltar los muebles de madera pintados de blanco.
- ¡Guau!- Exclamé sin poder evitarlo. Cristina respondió con una enorme sonrisa.- La diseñé yo misma.- Reveló satisfecha y contenta con mi reacción.- Te doy la enhorabuena, yo jamás podría hacer algo así.- Confesé con sinceridad. Mi creatividad en cualquier tema artístico con las manos era nula.
- ¡Guau!- Exclamé sin poder evitarlo. Cristina respondió con una enorme sonrisa.- La diseñé yo misma.- Reveló satisfecha y contenta con mi reacción.- Te doy la enhorabuena, yo jamás podría hacer algo así.- Confesé con sinceridad. Mi creatividad en cualquier tema artístico con las manos era nula.
- Bueno, ahora que estamos las dos solas, dime la verdad Emily ¿Quién eres? ¿Qué tienes de especial?
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